sábado, 25 de mayo de 2013
Gracias.
PERDIDOS EN LA BATUECAS, LA ALBERCA Y SOTOSERRANO
Cuando vuelves a casa después de un largo-corto fin de semana parece que vienes de otro mundo y allá en la lejanía quedaron Las Batuecas, ese mundo prodigioso en su vegetación exuberante con alturas de vértigo y remansos de profundo silencio en las hondonadas. La Peña de Francia, en donde más que ermitaños, frailes de uno y otro pelaje y voto, volarían tan alto que nunca sabremos si dieron a la caza alcance. Alta cumbre donde la vegetación ya no tiene su asiento. Eran los últimos días de abril y pudimos presenciar la estación del invierno con bosques como espadas, desnudos, desafiando al viento y a las rachas afiladas del frío, junto al nacimiento en su total esplendor de la primavera, lástima de no haber llegado quince días antes para contemplar la explosión de los cerezos en flor, aunque hubo suerte y pudimos ver algún ejemplar rebosando de blanca luz (y en algún momento nieve sobre nieve, nieve metafórica del cerezo y nieve real de la nevada) camino de La Alberca, desde Sotoserrano, en donde acampábamos, una estupenda Casa Rural y unos anfitriones encantadores, Ati y Rosa.
Tuvimos un sol espléndido a ratos y chaparrones varios y nevadas sábado noche y domingo tarde cuando dejamos la zona nevando al regresar a casa. Todas las estaciones nos visitaron.
Los sentidos llegaron bien repletos de luz y color, valles profundos y cimas tocando el cielo, y además de los cerezos, olivos, viñedos..., una vegetación variadísima tanto en los valles como en el monte alto...
Sin olvidar una espléndida comida en un gran restaurante en Mogarraz, Mirasierra, recomendable por su calidad y buen precio y carnes variadas a la brasa en el Restaurante del Camping de Sotoserrano, barato-barato. Será la crisis.
Y buenas gentes que trabajan la tierra con la vista fija en ella y al turismo del que viven muchos de los pueblos de esta comarca. Buena gente-gente amable.
Feliz fin de semana, con avería de uno de los coches, lástima, con los problemas que conlleva, menos mal que nuestro anfitrión, cómo se agradece esto, nos prestó uno de sus coches y pudimos continuar las rutas. Gracias Ati.
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